Sólo tú decides cuál es la senda. Elige la dificultad de la vereda, camino o sendero. Por momentos te sentirás perdido y buscarás la salida, te sentirás pequeño ante la inmensidad de lo que te rodea. Mézclate con la naturaleza y corre para seguir fundido en ella. Siente cada zancada, cada paso en roca, arena, barro y piedra. Todo ello sin mayor rastro que el que dejará tu huella. La búsqueda incesante será el ánimo que te hará dar el siguiente paso. Sólo cuando ese sentimiento invada tu cuerpo, habrás alcanzado la meta.